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El recién nacido y los beneficios de la osteopatía

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El parto comienza cuando el equilibrio de las fuerzas se rompe y los estrógenos y otras fuerzas que promueven la contracción vencen en contra de los que la bloquean. Cuando los niveles maternos de estrógenos incrementan, las células de la musculatura uterina son capaces de generar contracciones coordinadas.

Al mismo tiempo hay una producción de oxitocina que induce el parto y las contracciones uterinas mientras el cérvix se dilata progresivamente y finalmente se abre cuando la cabeza del bebé presiona en él durante el parto. Con el efecto de las hormonas los músculos y ligamentos del suelo pélvico se relajan, se ablandan y se preparan para la distensión de tejidos que tomara lugar en la segunda etapa del parto.

El nacimiento es uno de los procesos vitales más estresantes y necesario para el buen desarrollo del bebé. El bebé se somete a numerosas presiones, como son la fuerza de las contracciones uterinas y la resistencia natural del canal de salida.

En el parto normal natural y a término se producen una serie de rotaciones que inciden sobre los tejidos maternos y del bebé para crear un pasaje de salida. Esto crea una relación, los tejidos de la madre se expanden mientras que el cráneo y sistema nervioso del bebé se comprimen. El bebé ha estado nadando en fluido, nutriéndose y respirando vía materna hasta que el momento de nacer llega y el sistema hormonal se encarga de sobre estimular los pulmones para que realicen su primera respiración una vez el parto termine.

El cráneo del bebé está diseñado para dar la máxima acomodación a las fuerzas del parto, sin traumatizar al sistema nervioso. Pero… Qué pasa si se utilizan espátulas, fórceps o ventosas? Existirán tracciones y compresiones “extras” allí donde se coloquen y puede conllevar algún problema secundario por la irritación de estructuras nerviosas. (a menudo la instrumentalización del parto está más que justificada para no poner en riesgo la vida del bebé en un parto natural pero en otras no… por ejemplo en partos programados en el que no hay un buen progreso del bebé por el canal del parto).

El diafragma, músculo que mecánicamente interviene en la respiración y el buen funcionamiento de toda el área visceral, tiene que comprimirse y sufrir las rotaciones del cuerpo en descenso forzado por las contracciones del útero y del diafragma de la madre (en el parto por cesárea todo esto cambia y no se produce este fenómeno).

A veces, alguno de estos bebés llegan con síntomas de estrés, después de todas estas compresiones y esto genera un estado de sobreexcitación en el sistema nervioso.

En un parto normal la cabeza del recién nacido tiene la gran habilidad de absorber estas presiones y tensiones. Para reducir las dimensiones de la cabeza, sus huesos se superponen i doblan a medida que van atravesando el canal de parto. A consecuencia de este proceso muchos bebés nacen con una forma peculiar en la cabeza. Durante los primeros días podemos observar que la cabeza va perdiendo esta forma  a medida que el bebe succiona, bosteza y llora. Pero, a veces, este proceso no se completa totalmente, sobre todo en aquellos casos que el parto ha sido difícil o ha necesitado de la utilización de fórceps o espátulas. La consecuencia puede ser que el bebé mantenga tensiones incómodas, tanto en la cabeza como otras partes del cuerpo.

El osteópata tratará estas tensiones/energía acumulada en lugares que generan malestar e irritabilidad al bebé, a la vez que realiza una revisión global valorando el buen estado de todas las funciones del recién nacido.

Fran Tébar.